jueves, 12 de junio de 2014

NI SUTILEZAS NI LOS CUENTOS DE SIEMPRE

Érase una vez un mundo en el que mujeres y hombres recibían los mismos tratos, tenían los mismos derechos, eran considerad@s importantes, y no se menospreciaba a nadie… pero no, este no es el cuento que vamos a contar, mejor nos vamos a situar en una realidad menos idílica, más del aquí y el ahora, más real, en la que las mujeres siguen siendo minusvaloradas, siguen sin recibir el mismo trato que el hombre y siguen siendo consideradas menos capacitadas para determinadas tareas.

Hay que reconocer que el concepto y la acción machista ha ido cambiando a lo largo de los años, ya no es tan sumamente manifiesta como lo era antes, ahora no se lleva el declarar abiertamente la misoginia y el desprecio hacia las mujeres que “se salen de su lugar”,  no está de moda alardear de ser el marido que mantiene a raya a su mujer, y se ha puesto más de moda valorar, agasajar y alagar a aquellas mujeres que cuidan a sus hij@s, que tienen la casa como los chorros del oro, y que ponen comida recién hecha en la mesa a la vez que mantienen un trabajo en el que “entretenerse”, y también, está de moda la protección del “fuerte” hombre hacia la “frágil” mujer, así como, alabar a la mujer por sus atributos sexuales.

Supongo que todo lo anterior te ha sonado a todo menos a igualdad. Pues sí, hemos pasado de un machismo manifiesto a un machismo más sutil y encubierto que valora a aquellas mujeres que siguen los patrones tradicionales de mujer, rechazando o creando nominaciones poco agraciadas a aquellas que tienen por costumbre salirse de esa línea históricamente marcada.

Este tipo de sexismo es el sexismo benevolente, este no se basa en la actitud hostil que antaño recaía sobre las mujeres, si no en una actitud sexista que considera a las mujeres dentro de unos estereotipos determinados, el de sensibilidad, delicadeza, dulzura…, roles determinados, el de madre, ama de casa, esposa… pero todo esto de una forma positiva, valorando a aquellas mujeres que siguen dichos patrones y rechazando a aquellas que se alejan de ellos, de ahí que las mujeres se sientan mejor y más mujeres, si actúan de acuerdo a lo que se espera de ellas, lo que se considera ser una buena mujer.

Si seguimos los mandatos de este sexismo benevolente, debemos hacer mención también a un afán paternalista protector que supone que las mujeres, por estar dentro de esos estereotipos de mujeres sensibles, frágiles, dulces… tienen la necesidad de tener un hombre al lado que las proteja, padres, hermanos, maridos…, sin los cuales estarían desprotegidas ante cualquier peligro.

Hablemos también, continuando dentro de este nuevo concepto de sexismo, de la creencia de que las mujeres complementan a los hombres, estas saben cuidar bien de sus hij@s, saben cómo hacer que sus casas estén impecables, cocinar de una manera inigualable, todo lo contrario a los hombres, que tiene más mano para asuntos más importantes, como lo profesional y público, siendo por tanto las mujeres complemento ideal de estas supuestas incapacidades de los hombres.

Y por último, para terminar de situarnos en esta nueva forma de machismo, y concienciarnos más aún si cabe de su existencia, este sexismo benevolente hace de las mujeres el complemento íntimo perfecto para el hombre, además de ser una de las pocas debilidades que puedes oír decir de sus labios, cuántas veces hemos oído la famosa frase de “mi debilidad son las mujeres”.

Pero el machismo moderno no se frena sólo en este trato “positivo” de los hombres hacia las mujeres, si no que se hace más patente en el trato que la sociedad ejerce también con una gran sutileza sobre la mujer, hablamos de determinados puestos de trabajo para los que las mujeres supuestamente son más capaces, diferenciación de sueldos aun realizando las mismas funciones, más dificultad al encontrar empleo, del trato hacia la mujer por parte de personas públicas que por no pecar de machista, prefiere no hacer alarde de su supuesta inteligencia (independientemente de los motivos ocultos que lleven a dichas afirmaciones, ya que parece que la igualdad nunca ocupa el primer plano), de la publicidad sexista (que incluso se atreve con la erotización de la infancia), el resto de medios de comunicación, incluso la propia constitución, esa tan famosa que parece que es el eterno mandato a seguir en lo que conviene.

Por todo lo dicho anteriormente, propongo hacernos un poco más critic@s ante los actos machistas encubiertos, ser conscientes de que aún hay muchos cuentos que construir, y este es aquel que busca hacernos conscientes de que ninguna mujer merece ni un acto sutil de rechazo.



Érase una vez… personas.







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