Érase una vez un mundo en el que
mujeres y hombres recibían los mismos tratos, tenían los mismos derechos, eran
considerad@s importantes, y no se menospreciaba a nadie… pero no, este no es el
cuento que vamos a contar, mejor nos vamos a situar en una realidad menos
idílica, más del aquí y el ahora, más real, en la que las mujeres siguen siendo
minusvaloradas, siguen sin recibir el mismo trato que el hombre y siguen
siendo consideradas menos capacitadas para determinadas tareas.
Hay que reconocer que el concepto
y la acción machista ha ido cambiando a lo largo de los años, ya no es tan
sumamente manifiesta como lo era antes, ahora no se lleva el declarar
abiertamente la misoginia y el desprecio hacia las mujeres que “se salen de su
lugar”, no está de moda alardear de ser
el marido que mantiene a raya a su mujer, y se ha puesto más de moda valorar,
agasajar y alagar a aquellas mujeres que cuidan a sus hij@s, que tienen la casa
como los chorros del oro, y que ponen comida recién hecha en la mesa a la vez
que mantienen un trabajo en el que “entretenerse”, y también, está de moda la
protección del “fuerte” hombre hacia la “frágil” mujer, así como, alabar a la
mujer por sus atributos sexuales.
Supongo que todo lo anterior te
ha sonado a todo menos a igualdad. Pues sí, hemos pasado de un machismo
manifiesto a un machismo más sutil y encubierto que valora a aquellas mujeres
que siguen los patrones tradicionales de mujer, rechazando o creando nominaciones
poco agraciadas a aquellas que tienen por costumbre salirse de esa línea
históricamente marcada.
Este tipo de sexismo es el sexismo benevolente, este no se basa en la actitud hostil que antaño
recaía sobre las mujeres, si no en una actitud sexista que considera a las
mujeres dentro de unos estereotipos determinados, el de sensibilidad, delicadeza,
dulzura…, roles determinados, el de madre, ama de casa, esposa… pero todo esto
de una forma positiva, valorando a aquellas mujeres que siguen dichos patrones
y rechazando a aquellas que se alejan de ellos, de ahí que las mujeres se
sientan mejor y más mujeres, si actúan de acuerdo a lo que se espera de ellas,
lo que se considera ser una buena mujer.
Si seguimos los mandatos de este
sexismo benevolente, debemos hacer mención también a un afán paternalista
protector que supone que las mujeres, por estar dentro de esos estereotipos de
mujeres sensibles, frágiles, dulces… tienen la necesidad de tener un hombre al
lado que las proteja, padres, hermanos, maridos…, sin los cuales estarían
desprotegidas ante cualquier peligro.
Hablemos también, continuando
dentro de este nuevo concepto de sexismo, de la creencia de que las mujeres complementan
a los hombres, estas saben cuidar bien de sus hij@s, saben cómo hacer que sus
casas estén impecables, cocinar de una manera inigualable, todo lo contrario a
los hombres, que tiene más mano para asuntos más importantes, como lo
profesional y público, siendo por tanto las mujeres complemento ideal de estas
supuestas incapacidades de los hombres.
Y por último, para terminar de
situarnos en esta nueva forma de machismo, y concienciarnos más aún si cabe
de su existencia, este sexismo benevolente hace de las mujeres el complemento
íntimo perfecto para el hombre, además de ser una de las pocas debilidades que
puedes oír decir de sus labios, cuántas veces hemos oído la famosa frase de “mi
debilidad son las mujeres”.
Pero el machismo moderno no se frena
sólo en este trato “positivo” de los hombres hacia las mujeres, si no que se
hace más patente en el trato que la sociedad ejerce también con una gran
sutileza sobre la mujer, hablamos de determinados puestos de trabajo para los
que las mujeres supuestamente son más capaces, diferenciación de sueldos aun
realizando las mismas funciones, más dificultad al encontrar empleo, del trato
hacia la mujer por parte de personas públicas que por no pecar de machista,
prefiere no hacer alarde de su supuesta inteligencia (independientemente de los
motivos ocultos que lleven a dichas afirmaciones, ya que parece que la igualdad
nunca ocupa el primer plano), de la publicidad sexista (que incluso se atreve
con la erotización de la infancia), el resto de medios de comunicación, incluso
la propia constitución, esa tan famosa que parece que es el eterno mandato a seguir
en lo que conviene.
Por todo lo dicho anteriormente,
propongo hacernos un poco más critic@s ante los actos machistas encubiertos,
ser conscientes de que aún hay muchos cuentos que construir, y este es aquel
que busca hacernos conscientes de que ninguna mujer merece ni un acto sutil de
rechazo.

Érase una vez… personas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario